Aquel que nació tan
pobre
pero nos dió su
reparo,
aquel que cargó su
carro
con sudor y
cicatrices,
aquel que nos crió
felices
en un ranchito de
barro.
Hoy recuerdo sus
silencios
su forma de ser
sencillo,
matecito y cigarrillo
de tardecitas
sentado,
cuantas veces
desvelado
sin un peso en el
bolsillo.
Jamás levantó la mano
ni mucho menos
gritaba,
despacito nos llamaba
obedecerle un
decreto,
porque imponía el
respeto
tan sólo con la
mirada.
El ejemplo que nos
dió
no será copla de
olvido,
con sus pasitos
vencidos
Triste lo vieron
llegar,
hoy te quisiera
abrazar
por lo mucho que has
sufrido.
Un padre es un libro
abierto
del que se debe
aprender,
escucharlo es un
deber,
es un pastor con
rebaño,
al que lo achican los
años
y más lo agranda el
saber.
Gracias mi querido
viejo
aunque tu potro ya
lento,
se lleva aquellos
momentos
que viví desde
pequeño,
fuiste el héroe de
mis sueños
al que admiré todo el
tiempo.
No sé qué será de mí
cuando me llame tu
ausencia,
hoy llegaré a tu
querencia
para volverte
abrazar,
¡es que yo te voy
amar
hasta el fin, de mi existencia!.