tal vez como pingo viejo,
pero les doy un consejo
no dejen al toro suelto,
pues va venir por el vuelto
a defender su pellejo.
Al que se crió en un ranchito
allá por los pisaderos,
el que de joven fue hachero
hoy con sus trino perdura,
son caldén en la llanura
las coplas del Chacarero.
Anduvo en mil escenarios
por radio y televisión,
dejando su corazón
en cada copla encendida,
y así se pasó la vida
honrando a la tradición.
Ensillando algunas penas
lo he visto por su ranchada,
con su voz casi apagada
por el dolor del olvido,
volvè chaquita querido
al campo de jineteada.
Si algún paisano lo ve
tironeando en el camino,
seguro que algún amigo
lo ha de invitar a su mesa,
por qué siempre en las pobrezas
se necesita un abrigo.
Por su huella galopada
merece todo el apoyo,
todavía tiene rollo
animando jineteada,
no le esquiven la mirada
aquel que ha sido tan criollo.
Por eso que yo les pido
por si lo ven palenqueado,
aún es potro de bocado
todavía tiene resto,
es más criollo que un cabresto
no me lo dejen tirado.
Que el Pabellón Nacional
orgullo del campesino,
en el final del camino
te acompañe sin azotes,
hasta el último galope
del Payador Argentino.
Alpataco Vázquez.
Foto: Julio Freites