La justicia dió su fallo,
nuestra tierra esperanzada,
pero la voz de la nada
pues la sordera es el arte
de aquél que no escucha nada.
Espera el Chadileuvú
la dulzura del Atuel,
entre la sal de su piel
y las caricias de viento,
en los remansos del tiempo
se va la vida con él.
Aquel desastre ambiental
que hace a mi tierra sumisa,
la hoguera de la injusticia
que dejó pasar los años
y provocó que ése daño
haga los sueños cenizas.
Canta el Oeste dolido
en el rincón de las penas,
el vacío no se llena
en el caudal indefenso,
deja sus coplas el silencio
con su guitarra de arena.
El río no tiene dueño
ha decretado La Corte,
pero siguen con el corte
diciendo que nada es cierto,
por el Sur está el desierto
y el agua está por el Norte.
Nadie podrá sujetar
al potro de mis reclamos,
no encierren al orejano
en los alambres del tiempo
Y que corra como el viento
por el Oeste pampeano.
Alpataco.
Foto: Ana Maria Zorzi