Aquella vieja cocina
quedó en el Puesto olvidada,
esa que mi madre usaba
cocinando torta fritas
que junto al mate ayuntaba.
A la mañana temprano
mientras el gallo cantaba,
entre el hervor de la pava
para ensillar el amargo
porque los días son largos
y es corta la madrugada.
Mi madre que hachaba leña
para agregarle al brasero,
en el horno el pan casero
y esas ricas carbonadas,
cuantas ramitas quebradas
para apurar el puchero.
Al costado de la hornalla
el agua siempre caliente,
siempre lo tengo en mi mente
cuando mi madre lavaba
y de a ratos le agregaba
otro tarro al recipiente.
El tiempo se fue quemando
se ha convertido en tizones,
se ardieron los chicharrones
y esa cocina oxidada,
con una pata quebrada
nos rompe los corazones.
Alpataco.