se llena en el arenal,
y el grito de soledad
que recorre esas distancias,
suelen ser las consonancias
que habita en la inmencidad.
Yo no sé por qué esa pampa
tiene olorcito a tomillo,
y el amor al cojinillo
que la hace tan diferente,
porque será que su gente
tiene el plumaje sencillo.
¿Porque será que a esa tierra?
la cubre un poncho celeste,
y el crudo aroma silvestre
que se penetra en los montes,
de aquel rosillo horizonte
donde se duerme al oeste.
Yo no sé porque la luna
de aquella tierra ancestral,
se revuelca en el guadal
en noches de luna clara,
pero al llegar la mañana
se pierde en jarillal.
Debe ser que en ese suelo
lecho de barda y zanjón,
donde el viento es la canción
que suena por todas partes,
y las siestas son el arte
de la chicharra y el sol.
Serán los campos abiertos
que encierran corral y guano,
o la planicie del llano
que elevan mis pensamientos,
tan grandes como el desierto
de aquel oeste pampeano.
Alpataco.