por el oeste pampeano,
tener el mate en la mano
y disfrutar del concierto,
de aves en el desierto
que comienza bien temprano.
Sentir ese aroma fresco
de lluvia recién caída,
que lindas amanecidas
tiene el paisaje sencillo,
el aromita a tomillo
que tiene la tierra mía.
Parece que el aire puro
que aloja en esas distancias,
se empapa con las fragancias
que dan las flores silvestres,
y entonces vuelve al oeste
el redomón de mi infancia.
El sol se asoma despacio
la timidez lo manea,
en las azules mareas
que degüella el horizonte,
cae el roció en los montes
y entre las ramas gotea.
Esa paz inconfundible
que en cada verso evidencio,
suele aturdir el silencio
mientras cantan las perdices,
que suelen ser los matices
de aquel suelo tan inmenso.
Alpataco Vazquez.