Con mis brazos astillados
nudos vestigios del viento,
han sido sombras y soles
en los postigos del tiempo.
Me gusta mirar los verdes
de la llanura serena,
donde bailan las distancias
con sus vestidos de arenas.
Cuando la luna derrama
el fulgor de sus inciensos,
hacen nido por las sombras
las calandrias del silencio.
Cuando ceda mi raíz
quiero quedar en mi cuna,
tapado con las arenas
y un poncho de pasto puna.
Mis llagas se hacen guitarra
y me hago canto en la huella,
porque renace el cantor
cuando le canta a su tierra.
Yo soy un viejo Caldén
y aunque se quiebre mi alma,
seré por siempre latido
del corazón de mí Pampa.
Alpataco.
Fotos: Ana Maria Zorzi